l próximo viernes se cumplirá un año desde que se desatara la invasión de Rusia a Ucrania, el 24 de febrero de 2022. Y a casi un año del inicio de la guerra, los impactos económicos en distintas áreas no se han desvanecido. El conflicto aumentó los precios de las materias primas agrícolas que Rusia y Ucrania exportaban, principalmente el trigo y el maíz. La guerra también agravó la crisis energética que había comenzado en 2021, obligando a muchos países europeos a buscar otros suministros. Y las sanciones del resto del mundo a Rusia por parte de gobiernos y privados han reducido el crecimiento del país y su capacidad de pago.

A pesar de que Rusia no ha logrado su objetivo de capturar Kiev, en este proceso han logrado el control de zonas que han dificultado las exportaciones de Ucrania, lo que ha traído consecuencias económicas para todo el mundo. “Rusia, en lo que probablemente ha sido la acción militar más exitosa de toda la guerra, consiguió estrangular a través de un bloqueo marítimo, restringiendo el tráfico. Luego pudieron negociar, de manera bastante hábil y beneficiosa, un acuerdo que le permitía a Ucrania exportar a través de los puertos”, explica Fernando Wilson, doctor en Historia y académico de la Universidad Adolfo Ibáñez. Añade que Rusia sigue teniendo una flota mayor en el mar Negro, por lo que “tiene la capacidad de cerrar esos puertos y esa es una de las herramientas de poder que tiene Rusia respecto a Occidente”.

El académico también señala que “el ferrocarril que va desde Beijing hasta Madrid está cortado. (Se) está generando un cambio geoeconómico mayor, porque está limitando el mecanismo de conexión entre Asia Oriental y Asia Central. Debido a esto, China está rebarajando la pérdida de sus ferrocarriles con un incremento de su presencia marítima, lo que ha generado dinámicas de choque que a su vez impactan con la presencia norteamericana”, indica.

Los agricultores ucranianos, para el trigo de invierno, plantaron un 40% menos de lo que se planta normalmente. Entonces la cosecha de 2023 será incluso menor a la de 2022. Esto tendrá un impacto.

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En un año de conflicto, un 18% de las compañías estadounidenses que tenían presencia en Rusia han decidido retirarse del país, según un estudio de la Universidad de St. Gallen y el Instituto IMD. Dentro de ellas se encuentran compañías como Starbucks y McDonald's, cuyas tiendas en Rusia fueron vendidas y reinauguradas bajo nuevas marcas, como McDonald's, que pasó a manos de Alexander Govor, y abrió como Vkusno i Tochka (Delicioso y punto).

Además, un 15% de empresas japonesas y un 8,3% de las compañías de la Unión Europea también han salido de Rusia.

Anete Pajuste, economista y académica de la Universidad de Boston, ha estudiado los efectos que el boicot de los privados a Rusia ha tenido en su economía a un año de iniciada la guerra contra Ucrania. “En nuestro trabajo observamos que las empresas que se movieron rápidamente del país fueron aquellas que estaban menos expuestas económicamente a Rusia”, dice Pajuste. La experta señala que existía un gran incentivo desde los inversionistas y de los consumidores para que las empresas saliesen de Rusia, especialmente para las más grandes dentro de los índices S&P500 y Euro 600. En total, alrededor de 120 compañías han confirmado su salida del país, incluidas Hewlett Packard, Nike, Nissan, Renault, Samsonite, Siemens y Shell.

Las empresas que decidieron cesar sus actividades en el país lo hicieron definitivamente. “Vendieron a precios relativamente bajos y cerraron todo, entonces no van a volver”, señala la economista, quien destaca la importancia de estas sanciones de los privados. “Las compañías por sí solas se han ido de Rusia, aun cuando no estaban obligadas a hacerlo. Esta presión adicional ha ayudado a las sanciones gubernamentales”.

A su vez, también hubo efectos para las empresas rusas. Según Bloomberg, el alejamiento de los clientes tradicionales de Rusia significó que empresas como el gigante del gas Gazprom PJSC tuviera que duplicar su programa de inversión, con un plan para elevar el gasto a un récord en 2023 para financiar una reorientación de las exportaciones hacia el este.

Heli Simola, economista sénior del Instituto de Economías Emergentes del Banco de Finlandia (BOFIT) señala que “las sanciones financieras han congelado una gran parte de las reservas de divisas de Rusia, en gran parte aislándola de los mercados financieros internacionales y complicando severamente los pagos internacionales de las entidades rusas”. En junio del año pasado se dijo que la deuda extranjera de Rusia había entrado en default, aunque esto fue negado por las autoridades rusas. “La deuda externa soberana de Rusia fue declarada efectivamente en default. Esto reduce la confianza de inversionistas extranjeros en la deuda rusa y hace muy difícil para el Estado ruso recibir financiamiento extranjero”, señala Simola. Según BOFIT, en 2021 el PIB de Rusia creció en 5,6%. Debido a las sanciones impuestas, en 2022 fue de -1,7% y se proyecta que para 2023 sea de -2,6%.

La economista indica que las sanciones económicas “son una herramienta importante para frustrar los esfuerzos de guerra de Rusia. Estos restringen las capacidades económicas y tecnologías del ejército ruso. Pero las sanciones económicas por sí solas no son suficientes para detener la guerra, al menos no pronto”.

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Una de las preocupaciones mundiales para 2023 producto de la guerra de Rusia a Ucrania era la crisis energética. Andreas Goldthau, director de la Escuela de Políticas Públicas de la Facultad de Economía de la Universidad de Ërfurt señala que la crisis energética comenzó antes de la invasión a Ucrania. “En 2021, se juntaron dos factores: las economías mundiales volvieron de cuarentenas por covid-19, mientras que los suministros se mantuvieron en los países productores claves, resultando en precios al alza; y Rusia agravó y utilizó como arma esta situación. Los suministros de gas natural a Europa se redujeron, ralentizando el relleno de los almacenamientos antes del invierno”, explica Goldthau.

Martin Stuermer y Andrea Pescatori, economistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) señalan que los precios del petróleo y del gas natural subieron temporalmente debido a la guerra, aunque por razones distintas. “En los mercados del gas, Rusia redujo sus exportaciones por gasoducto a Europa en un 80%, pero no pudo desviar este gas a otros lugares. Por eso hubo un verdadero shock de oferta que hizo subir los precios”, explican los expertos. Por otro lado, “en los mercados del petróleo los precios subieron por la preocupación de un recorte del suministro por parte de Rusia. Sin embargo, el recorte nunca llegó a materializarse, ya que Rusia pudo desviar su petróleo de Europa a India, China y otros países”.

Los precios de ambas exportaciones volvieron a bajar, señalan los economistas del FMI. “Los consumidores redujeron el consumo de gas, y la economía mundial se ralentizó. Como resultado, los precios del petróleo están un 15% por debajo de los niveles anteriores a la invasión y los del gas europeo un 40% por debajo”, explican. Sin embargo, Stuermer y Pescatori precisan que “los precios del gas siguen siendo dos veces superiores a los niveles históricos”.

Sobre si los precios mantendrán esta tendencia en 2023, los economistas señalan que “los mercados de futuros sugieren que los precios del crudo caerán alrededor de un 15%”. Stuermer y Pescatori precisan que los mercados apuntan a nuevos descensos de los precios de gas europeo y gas natural mundial. Pero aclaran que estos “no volverán a sus medias históricas hasta 2028” y que “los riesgos de subidas de precios siguen siendo elevados para el próximo invierno”.

Heli Simola, economista sénior del Instituto de Economías Emergentes del Banco de Finlandia (BOFIT), indica que los productos clave de exportación rusa son el gas natural y el petróleo y las restricciones a la importación han recortado las exportaciones y los ingresos presupuestarios de Rusia. “Los ingresos del presupuesto federal de Rusia se redujeron en casi un 50% en enero de 2023 en comparación con el año anterior”, explica Simola. A pesar de que han logrado desviar las exportaciones de petróleo a India y a China, “Rusia ya es la mayor importación de petróleo de la India y el segundo más grande de China, por lo que no está claro si estos países están dispuestos a aumentar aún más su dependencia del petróleo ruso a pesar de que se vende con un sustancial descuento”, dice. Por otro lado, las exportaciones de gas natural disminuyeron sustancialmente el año pasado, y es muy difícil reorientar el gas a otros mercados debido a la falta de capacidad de transporte.

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Antes de la invasión rusa, Ucrania era el cuarto exportador más grande de maíz y trigo y el más grande de aceite de maravilla. La guerra disminuyó las posibilidades de exportación de Ucrania, lo cual se reflejó en precios más altos de los productos que contenían trigo y maíz, además de un aumento del precio del aceite. Por ejemplo en Chile, según la muestra de datos de ODEPA, el precio promedio de aceite de maravilla en supermercado en febrero de 2022 era de $2.367, mientras que en febrero de 2023 es de $3.639.

El índice de precios de las materias primas alimentarias que elabora la Organización de la Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), muestra que su máximo valor ocurrió en marzo de 2022, pero a enero pasado lleva diez meses consecutivos a la baja.

Monika Tothova, economista de la FAO y experta en comercio y mercados agrícolas, señala que el índice comenzó a aumentar en 2021, debido a problemas entre oferta y demanda. A esto se le suma que los precios de los fertilizantes también comenzaron a aumentar en 2021. “A principios de 2022 había mucho nerviosismo acerca de qué podría pasar con los mercados”, indica Tothova. Por esto, el índice de precios se elevó debido a la incertidumbre respecto del efecto que tendría la guerra en las exportaciones de Ucrania y de Rusia.

Pero los precios han ido cediendo con el paso del tiempo. Según datos de Bloomberg el bushel de trigo —equivalente a un fardo de alrededor de 27 kilos—, se transó a US$ 8,06 en febrero de 2022. Esta commodity alcanzó su máximo mensual en mayo, cuando llegó a US$ 11,41. En contraste, el valor promedio de febrero de 2023 es de US$ 7,66. En el caso del maíz, en febrero del año pasado el precio promedio de un fardo de 26 kilos fue US$ 6,50, llegando a su máximo mensual también en mayo, con un valor promedio de US$ 7,89. En febrero de 2023, se ha transado en promedio a US$ 6,78.

En marzo las exportaciones de Ucrania se detuvieron completamente debido al cierre de la ruta marítima del mar Negro. La economista de la FAO señala que a través de estos puertos se movían entre 90% y 95% de las exportaciones. “En ese momento Ucrania comenzó a explorar otros puertos marítimos y a expandirse vía ferrocarriles”, explica. En julio se negoció la operación del corredor de granos del mar Negro, lo que le permitió a Ucrania exportar desde tres puertos. “Es verdad que las cantidades son menores, pero los productos están saliendo de Ucrania hacia los mercados mundiales”, dice Tothova.

La economista señala que, debido a los mayores costos de logística para el transporte de las exportaciones, por los daños producidos por la guerra, los agricultores ucranianos están recibiendo muy poco. Esto puede resultar en que no tengan los fondos necesarios para comprar los insumos para las próximas cosechas. “Para el trigo de invierno, plantaron un 40% menos de lo que se planta normalmente. Entonces la cosecha de 2023 será incluso menor a la de 2022. Esto también es probablemente el caso para el maíz. Esto tendrá un impacto en lo que el país es capaz de exportar”, indica Tothova.

Sobre si esto resultará en mayores precios para el 2023, la economista de la FAO explica que depende de lo que suceda en el resto del mundo. “Si no hay mayores sequías, si en Argentina eventualmente vuelva a llover y pueden producir más, si las condiciones en el resto del mundo son favorables, no debiese poner mucha presión en los precios. Si hay complicaciones en algún otro lugar, lo que puede pasar, entonces sí pudiera ser un problema”, dice.

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